14 de agosto de 2025
Cómo es el ambicioso plan de la NASA para instalar un reactor nuclear en la Luna antes de 2030

El proyecto, que pertenece al programa Fission Surface Power, busca suministrar electricidad continua a futuras bases lunares. Cuáles son los desafíos que deberán enfrentar para garantizar operaciones sostenidas en ambientes extremos
El reactor utilizará combustible de uranio para generar una reacción en cadena, cuyo calor se transformará en electricidad a través de un sistema de ciclo cerrado Brayton, tal como exige la nueva directiva de la NASA. La energía obtenida alimentará infraestructuras lunares como hábitats, laboratorios científicos, sistemas de soporte vital, comunicaciones y vehículos exploradores.
Como la generación eléctrica será continua, se contempla la instalación de baterías que almacenen el excedente para abastecer picos de demanda. Todo el diseño debe garantizar eficiencia y fiabilidad, respondiendo a las necesidades cambiantes de la misión.La seguridad es otro pilar fundamental del proyecto. Según la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, los riesgos principales se reparten entre el lanzamiento y la operación en superficie lunar. Durante el lanzamiento existe la posibilidad de dispersión de material radiactivo en caso de accidente; para evitarlo, el reactor viajará con uranio fresco —de baja radiactividad— y contará con un plan radiológico específico. El Centro Espacial Kennedy tiene un Centro de Control Radiológico dedicado, donde el personal realiza simulacros periódicos para responder a emergencias.
Ya en la Luna, la seguridad se concentra en el blindaje, la contención y el control autónomo del reactor. El sistema deberá poder apagarse automáticamente frente a cualquier anomalía —incluyendo los sismos lunares— para igualar los estándares de seguridad exigidos a los reactores instalados en la Tierra.La gestión de residuos radiactivos sigue sin una solución definitiva. El combustible gastado contendrá productos de fisión mucho más peligrosos que el uranio original, y transportarlos de regreso a la Tierra sería arriesgado, especialmente ante una eventual reentrada descontrolada.En cuanto al mantenimiento, estos reactores están diseñados para operar de manera completamente autónoma, sin necesidad de recarga de combustible ni intervenciones humanas durante toda su vida útil. El diseño actual de la NASA prevé una década de funcionamiento ininterrumpido, con sistemas que minimicen los riesgos y aseguren la continuidad operativa durante toda la misión.