Lunes 18 de Agosto de 2025

7 de marzo de 2025

Una argentina en la playa más peligrosa del mundo, con olas de 40 metros y arena negra: “Hubo gente que se mató por una selfie”

María Jimena Martínez tiene 32 años y vive en Islandia desde 2020. Desde sus redes sociales muestra las bellezas naturales del país europeo y cuenta algunas de sus experiencias, como visitar este imponente lugar donde su exótica belleza esconde una amenaza latente para los turistas

>En el sur de Islandia, a pocos kilómetros del pequeño pueblo de Vík í Mýrdal, se extiende Reynisfjara, una de las playas más peligrosas e impresionantes del mundo. Su arena negra de origen volcánico, sus formaciones rocosas hexagonales y las imponentes columnas de basalto que emergen del mar la convierten en un destino que turístico imperdible.

“Hubo gente que se mató por sacarse una selfie”, aseguró María Jimena Martínez, una argentina de 32 años que vive en la capital islandesa, Reikiavik, desde 2020.

“La primera impresión al llegar es impactante”, describió Jimena, quien desde sus redes sociales @unaargentinaensilandia muestra las bellezas naturales del país europeo y narra algunas de sus experiencias.

La atracción principal es una serie de piedras que se eleva cerca de la orilla, donde muchos intentan escalar para sacarse fotos. Mientras unos buscan la mejor pose, otros se concentran en el horizonte, fascinados por el poder del océano.

Su proximidad a la ciudad de Vik la hace accesible para quienes organizan excursiones de un día, aunque el clima impredecible y la falta de control sobre el comportamiento de los visitantes pueden convertir el paseo en un riesgo.

“En el ingreso a la playa hay un semáforo, cuyos colores (verde, amarilla y roja) indican el nivel de peligro. Cuando la luz está verde hay menos marea y menos chance de que te agarren las olas. En amarillo, no podés pasarte de cierta distancia de la orilla. Y la roja es que prácticamente ni tenés que entrar”, especificó.

Sin embargo, advierte, “la realidad es que muchos turistas desoyen estas alertas y te la pasás viendo a los guías retando a la gente, pero ellos hacen oídos sordos porque quieren sacarse sí o sí la foto con las olas gigantes de fondo”.

“Pueden parecer inofensivas hasta que, de repente, avanzan varios metros en la arena con una fuerza que no deja margen para reaccionar. Te arrastran y te chupan”, detalló Jimena sobre el fenómeno.

El fin de semana pasado, por ejemplo, la joven contó que el nivel del agua alcanzó niveles inusuales: “La marea estuvo tan alta que no solo cubrió toda la playa, sino que también inundó el estacionamiento”.

Reynisfjara no cuenta con servicio de guardavidas. La fuerza del agua es tal que, si una persona es arrastrada, no hay posibilidad de rescate inmediato. Por eso, Jimena aconseja a los visitantes permanecer en un terreno más alto en la playa, donde el paisaje sigue siendo magnífico; pero desde una distancia segura.

“Si cuando llegás la luz del semáforo está en amarilla y empieza a titilar, eso indica que la marea está subiendo y que es peligroso acercarse a ciertas áreas, como las cuevas que se forman en la base de los acantilados”, aclaró Jimena. En esos espacios, si una ola avanza con fuerza, no hay forma de escapar.

El clima en Islandia es otro factor que añade imprevisibilidad a la experiencia. En cuestión de minutos, el cielo puede pasar de despejado a cubierto, la temperatura puede descender abruptamente y el viento puede alcanzar velocidades huracanadas. Durante la visita, de repente comienza a granizar con tal intensidad que resulta difícil mantenerse en pie. Cinco minutos después, la tormenta cesa y el sol vuelve a brillar como si nada hubiera ocurrido.

En esta playa es normal observar un recambio turístico cada 15 minutos, que es el tiempo que suelen aguantar las personas tras mojarse la ropa con esas aguas gélidas.

“Recomiendo visitar esta playa en verano. Primero, porque no hay hielo. Y segundo, porque tenés más horas de luz”, especificó. “En invierno, la luz solar en Islandia puede reducirse a apenas cuatro horas diarias, lo que limita el tiempo para recorrer la zona con seguridad. Si vas en invierno, vas muy a las corridas porque se te va la luz”, agregó

A diferencia de otros destinos costeros, Islandia no es un país donde la gente acude a las playas para nadar o tomar sol. “No es como Mar del Plata. “Eso acá no existe”, afirmó Jimena.

Si bien hay algunas áreas donde se permite el windsurf o el kayak, el clima frío y el mar agitado hacen que bañarse sea poco común. “El concepto de una playa recreativa con reposeras y sombrillas simplemente no aplica en Islandia. Podés ir a tomar unos mates en la orilla, pero de ahí a estar con la malla y meterte, es otra historia”, concluyó la argentina.

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