13 de junio de 2025
Día del Padre sin papá, cómo resignificar la fecha

En Argentina, quienes han perdido a su padre enfrentan el Día del Padre desde la introspección, buscando nuevas formas de honrar su memoria y transformar la ausencia en un momento de reflexión y legado familiar
El modo en que se vive el Día del Padre después de la pérdida varía entre individuos y familias, pero se observa un denominador común: el reconocimiento de una etapa diferente, en la que el diálogo con el recuerdo reemplaza a la posibilidad del abrazo y la palabra directa. En este contexto, las emociones pueden oscilar entre la nostalgia, la gratitud y, en ocasiones, la tristeza, pero el sentido que adquiere la fecha suele estar cargado de significado personal, otorgando la oportunidad de resignificar el amor y la historia compartida.
Con la llegada del Día del Padre, muchas personas encuentran consuelo en la posibilidad de rendir homenaje a la memoria de su progenitor. Existen diversas formas de realizar esta acción, tanto de manera individual como colectiva, adaptadas a las costumbres y sentimientos de cada familia.Una de las alternativas más frecuentes consiste en establecer un ritual, que puede variar entre visitar la tumba del padre o acercarse a un sitio cargado de significado compartido mientras estuvo en vida. Este tipo de actos simbólicos permiten conectar con el recuerdo de quien partió, generando un espacio de encuentro entre las emociones y la historia personal. Otros prefieren encender una vela, preparar un altar sencillo con fotografías y objetos que rememoren momentos vividos junto a su padre, o simplemente reservar un momento de silencio para evocarlo.Algunas personas eligen celebrar actividades que a su padre le apasionaban, como preparar su comida favorita el domingo, ver alguna película que solían disfrutar juntos o escuchar su música predilecta. Este tipo de gestos permiten que la memoria del padre siga presente en la vida cotidiana, resignificando el día no desde el duelo, sino desde el acto de compartir nuevamente una experiencia significativa. Mantener estas costumbres puede contribuir a transformar la fecha en un momento de cercanía espiritual y continuidad emocional.
El Día del Padre puede ser una jornada desafiante para quienes han despedido a su progenitor. Habitualmente, surgen emociones como tristeza, nostalgia o melancolía, las cuales se intensifican ante la exposición a contenidos sociales y mediáticos que celebran la figura paterna. Reconocer y aceptar estos sentimientos es una de las primeras recomendaciones de psicólogos y especialistas en duelo, ya que permitir el flujo natural de las emociones, sin tratar de reprimirlas, favorece un proceso menos doloroso y más reparador.Muchos optan por realizar actividades que les ayuden a canalizar sus sentimientos, como salir a caminar, dedicarse a un pasatiempo, realizar ejercicio suave o practicar técnicas de relajación. Establecer rutinas especiales durante el Día del Padre puede ofrecer un espacio alternativo que permita tramitar la fecha desde una actitud de autocuidado, contribuyendo a que las emociones encuentren una vía de expresión saludable. De este modo, la gestión emocional se transforma en una herramienta para afrontar la jornada, manteniendo presente el recuerdo del padre junto a los propios recursos afectivos.
Enfrentar el Día del Padre tras la pérdida también impulsa a muchas personas a repensar la manera en que desean transitar esta fecha en adelante. La creación de nuevas tradiciones se presenta como una alternativa para resignificar el día, permitiendo que el recuerdo del padre permanezca vigente a través de acciones que generen valor tanto a nivel personal como familiar.Otra posibilidad que cobra relevancia es la realización de actos solidarios o voluntariado en memoria del padre. Algunas personas se suman a iniciativas comunitarias, colaboran con organizaciones de ayuda social, donan tiempo o recursos, o impulsan campañas benéficas durante esta fecha especial. Convertir el Día del Padre en una oportunidad para ayudar a otros no solo contribuye a honrar la figura paterna, sino que transforma ese sentir en acción positiva y servicio a la comunidad.
Cada familia o individuo puede encontrar su propio camino para resignificar el Día del Padre tras la pérdida. Desde rituales privados y actividades simbólicas, hasta la creación de nuevas tradiciones colectivas, todas estas prácticas forman parte de un proceso de reconstrucción del sentido de la fecha, permitiendo que, más allá de la ausencia, el amor y el legado paterno sigan presentes en la vida cotidiana.