16 de enero de 2025
Los detalles desconocidos del “retiro” en el que Maradona volvió a ser Diego: el inédito plan y un gesto inolvidable

En el libro “Maradona en La Pampa”, Diego Dal Santo le puso voces e imágenes a la preparación de Pelusa para el Mundial 94 en un campo a 63 kilómetros de Santa Rosa. “Hubo mucho de volver a las raíces. ‘Estoy pasando el mejor momento de mi vida’, decía”, reveló
Tercer acto: la conclusión la cuenta Diego Dal Santo, autor de “Maradona en La Pampa”, el libro que relata y describe, con detalles inéditos, la estancia del Diez en “El Marito”, donde Diego “rejuveneció” y, sin los estímulos y las tentaciones que lo rodearon desde que el mundo descubrió su talento, volvió a ser Diego. “Al director de escuela le dice ‘voy cuando ustedes quieran’. Y al secretario le dice ‘si el gobernador me quiere ver, que venga al campo’”. Así confirma el escritor que el espíritu del Maradona más Maradona resurgió y habitó aquellos días la llanura pampeana.
“A paja y trigo vos llegás, nada de cosas raras”, le lanzó el profe Fernando Signorini como método para ponerse a punto para su cuarta Copa del Mundo. Y qué mejor lugar que la estancia “El Marito”, que le había sido ofrecida por Ángel Roza, mate y pasta frola mediante, en el Balneario Oriente, donde Maradona viajaba para ser anónimo de tanto en tanto. “Le ofrezco mi campo para cuando decida relajarse”, le propuso. Esa invitación quedó grabada en la memoria del Diez, y se puso sobre la mesa, junto a otras opciones más cercanas y de mayores comodidades, para aquella preparación. Por algo, el ex PF de Menotti rotuló aquellos días como “los mejores de los más de 4000 que me tocó pasar a su lado”.
Fue en esa locación donde se dio una de las anécdotas más crudas y profundas de las resurrecciones de Maradona, contada por Signorini: la noche en la que ahogó una crisis de abstinencia con trabajo físico. “Estaba leyendo en mi habitación antes de dormir, ya habíamos jugado al truco y, de pronto, estaba vestido con la ropa de entrenamiento. Me mira y me hace una seña. Enseguida entendí. Me abrigué y salimos. Era una noche que parecía de día por la claridad de las estrellas. Hicimos piques, trote, carreras… Hasta que resopló y dijo ‘ya está, ya pasó’. Y nos fuimos a dormir”, contó.“Tan desconocido termina siendo todo, que subí un video de Diego tomando mate con Claudia y las nenas en ‘El Marito’, y reventó de “me gusta”. Comentabann ‘uy, mirá, Diego con un mate enlozado’. Es que no vino a una estancia de un productor agropecuario multimillonario, tiene más pinta de campo que de estancia. La gente te pregunta: ‘¿Diego vino acá?’. Por ejemplo, hay un video serruchando una madera. Y Fernando (Signorini) te dice: ‘El objetivo era tenerlo entretenido a Diego, no podía estar medio segundo sin hacer nada, si se aburría, podían venir los quilombos. Y serruchábamos madera porque era lo que usábamos al otro día como estacas para entrenar’. Sólo llevaron pelotas. Por eso, cuando fui conociendo esos detalles, me llamaron mucho la atención”, suelta la info a borbotones, con el entusiasmo del fanático que descubrió lo desconocido y necesita compartirlo.
-¿Qué cosas te sacudieron de lo que fue surgiendo de la investigación?-Las imágenes que se dieron a conocer siempre de esos días en La Pampa son en el campo. Como si no hubiese tenido contacto con nadie. Y no fue así...
-¿De esas historias, cuáles te conmovieron?
-Las que más me gustan son las visitas a dos escuelas. Una fue en una escuela-hogar, andando en camino de campo, arenoso. Diego visitó el pabellón de los nenes, tomó la leche chocolatada con ellos. Le pasaron el resorte de la cama con una estanciera a la canchita para que quedara bien y pudiera jugar con los nenes. La segunda visita ya fue en el centro de Santa Rosa. Se había hecho un colectivito que juntó pibes por los barrios; los dejaron entrar al salón de actos y presenciar la charla con Diego. No tenía problemas en la interacción, siempre que los periodistas no rompieran los momentos. En esa charla, un nene le mostró que tenía una pelota, se la dio para que hiciera jueguito y se la firmó. Y haciendo el libro me enteré que ese nene era un amigo mío.-¿Cuánta gente lo acompañó en esa aventura?-¿Por qué creés que Diego se reencontró consigo mismo en el campo?
En “El Marito” se sentaban a ver las puestas del sol. Y las disfrutaba en silencio. La cantidad de cosas que le pasaban al tipo en esa inmensidad. Hay mucho de volver a las raíces. El padre de Diego haciendo los asados en el piso. “El Marito” tiene una parrilla, pero él los hacía en el piso. Es de las historias más lindas de Diego, con un final que te destruye. Y ojo que no digo que el final ideal sí o sí era con la Copa del Mundo.
-¿Qué final imaginabas?-¿La familia del dueño del campo qué te contó?