20 de octubre de 2025
El otro golpe que sufrió el Louvre: el día que se llevaron a la Mona Lisa y nadie lo notó por 24 horas

El robo silencioso de la obra maestra de Leonardo da Vinci expuso las carencias de seguridad del museo francés, provocó una ola de escándalos y consolidó el mito mundial del cuadro más famoso del mundo
En aquel momento, la alarma se extendió rápidamente y, en solo cuestión de horas, la noticia del robo se propagó por todo París.
La investigación policial comenzó de inmediato. Cerca de 60 detectives, bajo la dirección del inspector jefe Octave Hamard, se desplegaron en el museo, mientras la Sûreté Parisienne tomó las huellas digitales de 257 empleados para compararlas con la encontrada en el marco y el cristal, una labor pionera en la época, como destacó Sortiraparis. El criminólogo Alphonse Bertillon, considerado el padre de la identificación criminal, lideró el análisis de la escena. Sin embargo, la comparación de huellas no arrojó resultados y la policía, convencida de que el ladrón no había actuado solo, comenzó a buscar una red internacional de traficantes, según TF1 Info.Este escándalo alcanzó a las altas esferas del museo. Théophile Homolle, director del Louvre, se vio forzado a dimitir ante la presión mediática y las críticas por la falta de seguridad.La investigación también se desvió hacia figuras del mundo artístico y literario. El poeta Guillaume Apollinaire fue encarcelado durante varios días, acusado de complicidad, debido a su relación con Géry Pieret, quien había robado estatuillas del museo y vendido algunas a Pablo Picasso. El pintor español también fue interrogado, aunque ambos terminaron absueltos.
Durante los dos años siguientes, la desaparición de la Gioconda se convirtió en un misterio que alimentó teorías y especulaciones. La prensa internacional siguió cada pista, mientras la Société des Amis du Louvre ofrecía una recompensa de 25.000 francos y la revista L’Illustration duplicaba la suma para quien devolviera la obra, según Sortiraparis.El robo, que mantuvo en vilo a Francia durante dos años y captó la atención internacional, marcó para siempre la historia del arte y la seguridad en los museos. La prensa reflejó el estupor general con titulares como “¡Han robado la Gioconda!”, relató Le Parisien. Más de un siglo después, el eco de aquel escándalo sigue vigente, especialmente tras el reciente robo de joyas napoleónicas en el mismo museo.
El giro decisivo llegó en diciembre de 1913. Alfredo Geri, anticuario florentino, recibió la oferta de un hombre que, bajo el nombre de Leonardi, intentaba venderle la Gioconda por 500.000 liras. Geri y Giovanni Poggi, director de los Uffizi, alertaron a los Carabinieri, quienes detuvieron al vendedor en un hotel de Florencia.Vestido con una bata blanca de operario, ingresó al museo en la madrugada de aquel lunes, un día en que el recinto cerraba por mantenimiento.
Para ejecutar el robo, se ocultó dentro de un armario junto con dos cómplices, los hermanos Vincenzo y Michele Lancelotti. Al caer la noche, salieron de su escondite, se dirigieron al Salón Carré y descolgaron la Mona Lisa sin dificultad. Retiraron el vidrio protector, desmontaron el marco y ocultaron la pintura bajo la ropa de Peruggia, quien caminó hasta la salida sin que nadie lo detuviera.Peruggia mantuvo durante el juicio que su acto respondía a un sentimiento patriótico, con la intención de devolver la obra a Italia. El proceso se celebró en ese país, donde el tribunal, influido por la simpatía popular hacia su causa, le impuso una condena de un año y quince días de prisión, posteriormente reducida a siete meses, como informaron Sortiraparis y TF1 Info.
La Gioconda realizó una breve gira por Italia antes de regresar triunfalmente al Louvre el 4 de enero de 1914, donde desde entonces permanece bajo estrictas medidas de seguridad.El impacto de aquel robo trascendió la anécdota policial. El caso evidenció las graves carencias en la protección de las obras de arte y motivó una profunda revisión de los sistemas de seguridad en museos de todo el mundo.